El mundo tecnológico de vez en cuando se encuentra con una bifurcación en el camino. Tras muchos años con una solución madura, llega un momento en el que las compañías se plantean cuál es el siguiente paso. Y se dan de bruces con dos opciones que marcarán el devenir futuro de sus productos: tomar el camino A o la ruta B.
Es lo que ha ocurrido con los sensores dactilares integrados en el botón físico común a la mayoría de smartphones hasta hace un puñado de años. Mientras que unos fabricantes han optado por integrar el sensor en pantalla, Apple ha decidido apostar por la biometría facial desde el iPhone X. Ahora que han pasado varios años, repasamos las decisiones que tuvieron que tomar en aquel entonces todas las compañías.
Camino A: los sensores dactilares integrados en pantalla
Este debate surge del deseo de hacer pantallas más grandes, para lo cual era necesario repensar qué se hacía para mantener (o aumentar) la seguridad de los terminales sin perder comodidad. La colocación del sensor de huellas moderno, el integrado en un botón que "saca" al usuario de la app que está ejecutando y le devuelve a la Home del terminal fue puesto encima de la mesa por el iPhone 5s en 2013. Ya hubo con anterioridad móviles que integraban el sensor de huellas para autenticación, pero no lo hicieron de la misma manera, ni era tan cómodo o seguro como la solución de Apple.
Touch ID …