Los smartphones se han convertido en un elemento omnipresente en las actividades diarias. Para los jóvenes, desconectarse de ellos es difícil, sobre todo en entornos escolares.
Las pantallas, dice el sitio hermano Jeux Video, "captan su atención, interfieren con su concentración e interrumpen sus interacciones sociales". Ante esta situación, la Illing Middle School de Connecticut, en Estados Unidos, tomó una acción radical: prohibir los smartphones durante la jornada escolar.
La respuesta fue obvia: escepticismo y hostilidad. Los estudiantes protestaron y los padres se mostraron preocupados por no poder contactar a sus hijos en caso de emergencia. Sin embargo, desde la dirección de la escuela se mantuvieron firmes en su decisión y pusieron en marcha un sistema bastante ingenioso.
Al ingresar a la escuela, cada alumno debía guardar su smartphone en un estuche con cierre magnético a prueba de manipulaciones, que solo se puede abrir al entrar en contacto con una credencial especial de la escuela al finalizar la jornada académica.
Los efectos de la prohibición
Al inicio de su implementación, los estudiantes se sintieron "perdidos y frustrados", pero comenzaron a adaptarse tras unas semanas, mostrándose más concentrados, atentos y participativos.
Otra de las ventajas fue que los conflictos en redes sociales cesaron y comenzaron a darse interacciones en la vida real, mientras que los profesores se percataron de que ya no tenían que luchar contra las distracciones digitales, creando un ambiente más propicio para la enseñanza.
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