La duración de un día, esa constante que rige nuestros horarios y ritmos circadianos, no es tan constante como podríamos pensar, y eso no se debe simplemente a nuestra percepción del tiempo, sino que va un paso más allá. Aunque sobre el papel un día dura 86,400 segundos, existen pequeñas variaciones que, aunque imperceptibles en nuestra vida cotidiana, guardan con celo información crucial sobre la dinámica interna de nuestro planeta. Esto se une a la investigación sobre los cambios en el campo magnético de la Tierra y otros tantos que nos ayudan a entender la singularidad que ha permitido la vida en el planeta.Un estudio de octubre de 2024 de Kiani Shahvandi et al. (2024) publicado en Geophysical Research Letters se adentra en el análisis de estas variaciones, sobre las variaciones de lo que se conoce como LOD (Length of Day o Longitud del día en castellano), utilizando un enfoque bastante novedoso que se ha basado en redes neuronales bayesianas informadas por la física (BPINNs por sus siglas en inglés). Estas redes neuronales combinan los conocimientos prácticos de la física con las redes neuronales más potentes del momento para acelerar estudios que serían muy complejos en su revisión manual.Un misterio resuelto gracias a la cienciaLas observaciones del equipo, que se remontan al año 720 a. C. gracias a registros de eclipses y ocultaciones lunares, muestran una tendencia secular, es decir, un aumento gradual de la duración del día a lo largo de los siglos. Sin embargo, también se observan fluctuaciones …