Publicado originalmente en Magnet
Hay dos verdades universalmente reconocidas sobre la Tierra: su forma es esférica (err) y se mueve. Si bien la primera es objeto de una perenne y absurda discusión, la segunda no goza de tanta popularidad. Los continentes, en teoría, siguen su curso, chocando los unos contra los otros y desplazándose por el orbe terráqueo. A su ritmo. Sin prisas. Ocasionando alguna catástrofe de tanto en cuanto, pero con calma.Lo cierto es que la escala de los movimientos geológicos nos supera por completo, lo que no implica que la Tierra siempre fuera tal y como la imaginamos. Hace no demasiado, como vimos a cuenta de Doggerland, los continentes estaban más o menos en el mismo sitio, pero las sucesivas glaciaciones provcaron que emergiera más tierra de la que a día de hoy registran los mapas. Y la gente la habitaba.
Si nos remontamos aún más en el tiempo y activamos el modo cámara rápida probablemente nos retrotaeremos a Pangea, el gigantesco continente unitario que moldeó los contornos de los océanos hace 240 millones de años. Su existencia es conocida desde mediados del siglo XIX, y desde entonces pervive en la memoria popular como un vestigio de la antigüedad de nuestro planeta, y como un torpe símbolo sobre la unidad.
En Magnet
Pangea, el gigantesco continente único, redibujado en función de las fronteras del presente
Como vimos en su …