Uno de los cambios más importantes que he vivido personalmente en el mundo Apple, fue cuando compré mi primer MacBook Air – allá por 2011. Venía de un MacBook Pro de 15” (el primero con Intel, que lejos queda ahora aquella transición) y quien probaba aquel nuevo Mac entendía el cambio de modelo tan importante desde que Jobs sacó la primera generación de aquel sobre imposible.
Siempre ha considerado aquella keynote como una de las más importantes en la historia de Apple. La compañía volvía arriesgar todo a un dispositivo que de nuevo – otra vez – iba contracorriente del mercado y fulminaba sin piedad cosas tan establecidas como el lector de DVD o la diversidad de puertos de conexión. Incluso a mi – que soy todo un creyente – me resultó tan difícil aceptarlo que compré la grabadora externa (y que apenas he vuelto a usar).
Eran muchas cosas a la vez y aquel producto parecía tenerlas todas muy bien atadas, disco duro SSD, una delgadez extrema como no se había visto antes en un portátil similar… todo hacía extraordinario aquella nueva locura que parecía haber venido de otra época. En un momento de aquel Apple Event de 2008, Jobs miró a la cámara y vaticinó: “En el futuro, todos los portátiles serán así”. Hoy, comprobamos lo lejos que ha llegado aquella idea, y lo acertada que fue.
MacBook Air M2, primer contacto
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