Llevo más de una década en el ecosistema de Apple, pero no me caso con todo. En este sentido, soy especialmente crítica con el software. Sí, macOS me parece mejor que Windows y iOS me gusta más que Android, si bien el SO de Google me ofrece una flexibilidad que a veces necesito. Si nos vamos a aplicaciones concretas, la suite de ofimática de Microsoft me parece sublime y sobre todo, mainstream para trabajar con otra gente, pero para cosas simples y personales, tiro de Pages, Numbers o Keynote. Sí, Google hace muy buenas apps y para mí Maps es uno de sus mejores productos.
No obstante, la inercia y popularidad juegan su papel: cuando tomas la decisión de usar una aplicación, dejas atrás a la competencia y te cuesta volver a darle una oportunidad. Me pasó con Apple Maps: tras un uso testimonial a principio de los tiempos, cayó en el ostracismo hasta que un buen día la abrí casi por casualidad. Sí, sabía de sus cambios, pero cuando estás satisfecha con algo, ¿por qué cambiar? Estaba equivocada: Apple Maps me ha convencido más que Google Maps.
Google Maps está bien, pero Apple Maps ha pisado el acelerador
Tengo que hacer un añadido aquí: yo seguía usando Maps de Google incluso sabiendo la política de la empresa de Menlo Park con los datos. Y para muestra, una anécdota: esta pareja fue capaz de descubrir dónde habían coincidido físicamente antes de conocerse …