En 2001 estalló la burbuja de las puntocom, y con ella se derrumbaron muchos negocios construidos alrededor de un incipiente Internet (y más que negocios, chiringuitos), se congeló la inversión en el canal online, y en definitiva un proceso que a la postre ayudó a la maduración del sector y a un ajuste de las expectativas: no era viable concebir a la red como un espacio en el que cualquiera podía forrarse con un par de banalidades.

En ese contexto, Apple, como tantas otras tecnológicas, atravesó dificultades en bolsa, aunque se libró del efecto de la crisis gracias a que casualmente había decidido lanzar el primer iPod, un producto que cambió su historia. En la siguiente crisis, la de 2007-2008, coincidió con la llegada del primer iPhone, posiblemente el producto más exitoso de la historia de la tecnología de consumo.

Ahora que suenan tambores de recesión en el sector tecnológico, que afronta duras caídas de las capitalizaciones de mercado, malas noticias para varios negocios creados en torno a las suscripciones y un capital riesgo congelado, llega la incógnita de cómo podría Apple afrontar un mercado bajista por primera vez en mucho tiempo y sin que coincida con una nueva categoría de producto que dispare su facturación sumando ingresos inexistentes hasta la fecha.

Otra cosa es que Apple aproveche la inminente WWDC o un evento dentro de unos meses para lanzar algo como... quién sabe, unas gafas. O un casco. O algo que sacuda el avispero y …