La gente cambia, es una obviedad, pero en el caso de aquellos que han triunfado en el ámbito laboral hasta convertirse en figuras relevantes para millones de personas, modificar conductas parece más complicado. Bill Gates es una de esas personalidades que no ha escondido profundos cambios en su manera de ser y actuar. El hombre que levantó un imperio, Microsoft, llegó a ser insoportable para sus trabajadores. Sin embargo, eso es cosa del pasado, y desde entonces se ha dedicado a predicar con el buen ejemplo. O casi.
El Bill Gates “malo”. Contábamos hace muy poco de Gates que, en sus inicios en Microsoft, el magnate instauró una cultura de trabajo extrema. Vigilaba a los empleados desde su oficina, llegando a observar el parking para saber quién salía temprano o llegaba tarde. Gates era, por aquel entonces, un firme creyente de que el éxito requería dedicación total, sin fines de semana ni vacaciones de por medio, las cuales veía sobrevaloradas.
De hecho, esta práctica impuso una presión intensa en el equipo de Microsoft, un nivel de exigencia que el mismo Gates se ha encargado de subrayar que era insostenible y que con el tiempo aprendió a valorar un equilibrio más saludable entre vida y trabajo.
En Genbeta
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