El año recién terminado desde luego no ha sido precisamente bueno para Boeing por mucho que a finales de año el 737 MAX consiguiera el permiso para volver a volar en los Estados Unidos y Brasil. Según se puede leer en su informe financiero del cuarto trimestre del año la empresa acumula unas pérdidas de 11.940 millones de dólares en el año. Es un récord absoluto para Boeing.
Ni más ni menos que 6.500 millones de esa cifra son en realidad una previsión de pérdidas asignada al 777X, cuya entrada en servicio se confirma que no se producirá hasta finales de 2023, aunque no sería de extrañar que se retrasara a 2024. Parte del retraso –y de los costes asociados– se deben al escrutinio extra que está sufriendo la certificación del nuevo, lo que no es de extrañar ante el fiasco del 737 MAX. Otra parte a que hay que hacer algún trabajo de rediseño no especificado. Y otra parte más se debe a que los clientes que lo habían encargado no quieren saber nada de recibir un avión para el que, ahora mismo, apenas si hay mercado debido al desplome de la demanda a causa de la pandemia de covid.
Otros 468 millones de dólares se van en costes de producción anormales del 737 MAX relacionados con sus casi dos años sin poder volar; 275 millones en el cisterna KC-46, que hasta ahora estaba siendo básicamente una ruina y a partir de 2020 ya le está costando dinero a …