La primera vez que vi el iPad allá por el 2010, cuando Apple lanzó la primera generación del dispositivo, el pensamiento que pasó por mi cabeza fue: ”eso es un iPod touch con pantalla grande”. No vi grandes diferencias entre la tableta y el reproductor con pantalla táctil que ya utilizaba a diario para escuchar música, descargar juegos y navegar por Internet (qué buenos recuerdos tengo de mi iPod touch 2g), solo que el panel del primero era más grande y que ver vídeos en él era más cómodo, y poco más.
Dos años más tarde acabé con un iPad mini de primera generación. Conseguir uno fue una auténtica odisea. Estaba agotado en todos lados. El factor que ayudó a las ventas fue, indudablemente, el precio: era notablemente inferior al del iPad de turno con pantalla de 9,7”. Después de tenerlo en mis manos tampoco cambió mi percepción: un dispositivo para consumir contenido multimedia, navegar por Internet, jugar y consultar el correo electrónico, y poco más.
No fue hasta que me hice con el iPad Pro (2018) que noté un cambio significativo. A pesar de que los teclados para los iPad de Apple ya eran un habitual desde hace años, el Smart Connector y el Smart Keyboard jugaron un papel importante para mí a la hora de tomar más en serio la tableta profesional de los californianos como un dispositivo con el que crear contenido, y no solo consumirlo.
Mi trabajo consiste en escribir, por lo que un teclado es …