Todo apuntaba a que mis recién terminadas vacaciones serían de ensueño. Una desconexión en las montañas leonesas que tan bien conozco desde que tengo uso de razón y cuyas carreteras podría prácticamente recorrer con los ojos cerrados. Y bueno, no soy tan inconsciente como para hacerlo, aunque sí pequé de excesiva confianza en un nuevo tramo marcado con radar. Me di cuenta tarde y pensé "ya está, me han pillado".
En una carretera que tradicionalmente había tenido marcado un máximo de 90 km/h, se dispone ahora de un pequeño tramo a 70 km/h. De repente, vi un coche de la Guardia Civil convenientemente aparcado en un pequeño espacio de la mediana y di por hecho que tenían un radar móvil con el que habían dado caza a mi conducción a ochenta y pico por hora. Más cuando a las pocas horas recibí un alarmante email de la DGT. O eso creía yo.
La trampa que usan los estafadores para engañarnos
Precisamente unas semanas antes de irme de vacaciones había escrito un artículo hablando de las estafas por SMS que suplantan a la DGT informando de una presunta multa pendiente de pago. Fue el último de los muchísimos artículos que he escrito sobre estafas por Internet en la última década. La mayoría de esos fraudes son muy evidentes, pero me conozco incluso los que no son tan previsibles.
Por tanto, suelo ser el típico sabiondo que desconfía de todo. Y así lo hice …