En medio de las crecientes tensiones geopolíticas, China se encuentra ahora mismo en una encrucijada crucial a la hora de enfocar su estrategia de desarrollo de tecnologías de inteligencia artificial.
Ante las severas restricciones impuestas por Estados Unidos, que incluyen la prohibición de exportación de chips avanzados (principalmente GPUs) y otras tecnologías críticas, el gigante asiático ha comenzado a redirigir sus esfuerzos hacia el aprovechamiento de su infraestructura de supercomputación, desarrollada durante las últimas dos décadas.
La IA y el papel de las GPUs
Las unidades de procesamiento gráfico (GPUs) se han convertido en los últimos años en la base física de todos los avances en IA generativa, especialmente en lo relativo a los grandes modelos de lenguaje (LLM), pues esta clase de chips son cruciales para entrenar estos modelos, ya que se requieren entre 10.000 y 100.000 de estas unidades para gestionar las inmensas cantidades de datos y complejidades computacionales involucradas.
De modo que la actual limitación de acceso a GPUs de última generación (como las fabricadas por Nvidia) a causa de las sanciones comerciales, ha obligado a China a buscar soluciones innovadoras para mantener su competitividad en el desarrollo de LLMs. Zhang Yunquan, investigador del Instituto de Tecnología de la Computación de la Academia China de Ciencias, ha señalado que los superordenadores podrían ser la clave para superar estas limitaciones.
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