Mucho se habla de la importancia de que las niñas y mujeres jóvenes tengan referentes en un sector tecnológico donde la inmensa mayoría de los trabajadores son hombres (y en más sectores, como tenemos el ejemplo de hace unos meses sobre las mujeres cómicas). No es que las mujeres lleguemos al mundo programadas para dedicarnos a otros sectores y dejar de lado las tecnologías, es que tradicionalmente este ha sido un mundo donde la inmensa mayoría de los profesionales son hombress.
No podemos olvidar cómo incluso durante la historia, hemos estado vetadas de estos espacios. En 1958, la Universidad de Dartmouth decidió saltarse su norma de 'sólo hombres' (que estuvo vigente durante 188 años) para permitir el ingreso de Mary Kenneth Keller, una monja (tenemos más ejemplos de mujeres que decidieron meterse a monjas para no casarse y seguir estudiando, como Sor Juana Inés de la Cruz) como investigadora para su Centro de Computación, donde empezó a colaborar con John George Kemeny y Thomas Eugene Kurtz.
De dicha colaboración surgió el dialecto original de BASIC (conocido como Dartmouth BASIC), del que se suele citar a sus colegas masculinos como únicos creadores.
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