Este problema matemático sobre cómo repartir algo «con justicia» se refiere a las particiones equitativas de una tarta, pero puede aplicarse a muchas otras situaciones. Tiene un poco de teoría de juegos, un poco de lógica y un poco de matemáticas básicas, así que cualquiera puede entenderlo. Aunque no es trivial.
La versión simplificada del problema es algo que muchas veces se enseña a los niños: si A y B discuten a la hora de dividir equitativamente un tarta, galleta, bocadillo o «algo», la regla es sencilla:
A divide la tarta en dos partes que considera iguales
B elige la parte que prefieraDe este modo por pura lógica ambos estarán contentos: A ha dividido la tarta como considera justo (así que no puede quejarse) pero B tiene la opción de elegir el trozo que prefiere de todos los que existen (así que tampoco puede quejarse). Justo lo contrario de aquello de «el que parte reparte y se queda con la mejor parte. Así que todos contentos. Al menos en teoría.
Hay que mencionar –como mucha gente sabe– que en la práctica suele ser más desafortunado ser A porque no siempre es fácil dividir algo «exactamente en dos mitades equitativas»; también puede suceder que la tarta o bocadillo sean irregulares y tengan más relleno en un trozo que en otro, o incluso otros extras (quizá más trozo de chocolate o una guinda). Pero también es interesante que (casi siempre) se puede aplicar la misma idea a divisiones como herencias o bienes …