¿Qué tienen que ver una aspiradora, un purificador de aire y una lámpara de sobremesa? ¿Nada? ¿Seguro? Piénselo bien. Se trata de tres dispositivos cotidianos, útiles y utilizados por millones de personas en todo el mundo. Más pistas: son aparatos domésticos, de uso masivo y general, que suelen ser baratos y que, en esta era de máximo furor tecnológico, diríamos que nada, o muy poco, pueden aportar a nuestra forma de vida digital.
Y una pregunta más. Entre todas las empresas capaces de desarrollar tecnologías completamente nuevas, ¿Cuántas conoce que puedan afrontar esos tres universos (el del aire que respiramos, la limpieza de nuestra casa y la luz con la que nos iluminamos) al mismo tiempo? ¿Pocas, ninguna? En el mercado hay varias firmas capaces de afrontar el reto pero, y ahí va la pista definitiva, esta es la más cara de todas.
Si ha pensado en Dyson, habrá acertado plenamente. Porque sus productos son caros, sí, varias veces más caros que muchos de los de su competencia directa. Pero es que los niveles de perfección, de innovación y de «revolución tecnológica» que es capaz de aportar esta veterana firma británica sitúan a cualquiera de sus creaciones a años luz de la mayoría de las que ofrecen sus competidores.
¿La receta? Se toma un producto de uso general (un aspirador, un ventilador, una lámpara) y se empieza a diseñarlo desde el principio, como si se tratara de algo que todavía no existe. No se da nada por hecho, nada por …