Alejandro tiene solo seis años, pero su profesora le ha mandado una serie de tareas para realizar en casa. El confinamiento para reducir la curva de infectados por el coronavirus Covid-19 iba para quince días, pero la crisis se ha extendido y la incertidumbre que rodea a los ciudadanos es máxima. ¿Hasta cuándo un estudiante puede paralizar sus clases? Un año perdido, aunque más terrible es la situación a la que se enfrentan miles de estudiantes de bachillerato que se encuentran a las puertas de su soñada universidad.
El coronavirus también está poniendo a prueba el arte de la enseñanza. La tecnología e internet, estos días, es el aliado perfecto, pero a su vez ha mostrado una profunda brecha sociales: familias más pudientes disponen de las herramientas necesarias para seguir «aprendiendo», aunque sea virtualmente. Y centros educativos venían preparados con servicios digitales, plataformas e intranets para facilitar los estudios a sus alumnos. No está siendo igual para todos. Como ese niño del principio, cuya madre, además, está ahora en primera línea de batalla del coronavirus por ser enfermera en un hospital madrileño. No tiene impresora, por ejemplo, para sacar las láminas y ejercicios para sus hijos. Y se mueve con un único ordenador que tiene que compartir, a su vez, con su hermano mayor.
Es un escenario habitual. Recurrente. Que se repite en miles de hogares españoles, y que amenaza con romper el caldero de la sabiduría. Estar al día de los estudios y aprender al mismo tiempo …