Aunque realmente nunca se fueron y siempre han estado entre nosotros.
Posiblemente sea una de las peores pesadillas para un inversor, incluso peor que tener una startup fallida dentro de su porfolio. Ni es una especie nueva, ni un concepto de reciente creación: las startups o empresas zombis tienen años de recorrido.
El término nació en Estados Unidos de la mano de un grupo de bancos que seguían a flote gracias a la financiación pública con el objetivo de no caer en la insolvencia. Una historia que en España vimos también hace unos años de la mano de algunas entidades bancarias que habían sobredimensionado su tamaño.Con los años, el concepto de zombi se traspasó al léxico popular gracias a las startups. Cuenta Javier Megías, fundador de Startupxplore, en su blog que zombis son aquellas que empresas que "realmente su actividad empresarial ha finalizado (ya sea por falta de clientes, problemas financieros…etc), pero no tienen dinero líquido suficiente para cerrar, y abordar las obligaciones que ello conlleva". O lo que es lo mismo, negocios atractivos sobre el papel, pero que llevados a la práctica sus resultados financieros dejan bastante que desear y no consiguen ir hacia ningún lado. Una tierra de nadie que se nutre de un gran número de empresas que huelen a muerto y van dejándose miembros por el camino, pero que no son capaces de pasar al más allá. Muchas de ellas esperando que, por ventura, ocurra un milagro que cambie las pautas de consumo del público, la economía …