El auge del comercio electrónico en los últimos años ha venido de la mano de un incremento equivalente del número de ciberestafas, concretamente de algunas específicas de este sector, como la aparición de tiendas clónicas maliciosas, que imitan a marcas de renombre de forma tan realista que resulta extremadamente difícil distinguirlas de las tiendas legítimas.
Esto se debe a que, gracias al uso de técnicas SEO (optimización de posicionamiento web), estas webs acostumbran a situarse en los primeros resultados de búsqueda, presentando dominios creíbles, sitios web bien diseñados y textos gramaticalmente y ortográficamente correctos.
Esto, claro, representa un riesgo significativo para los consumidores desprevenidos... uno que no hace más que ampliarse tras cada nueva temporada de rebajas, por estas fechas. Al menos, esto es lo que ocurre según los investigadores de la compañía de ciberseguridad Avast, que afirman haber identificado más de 4.000 tiendas falsas de este tipo desde comienzos de año.
Esto es un problema, y no sólo porque los usuarios puedan usarlas y nunca reciban el producto por el que pagaron, sino porque, atraídos por ofertas irresistibles, terminan proporcionando, sin darse cuenta, información personal y bancaria a los responsables de las mismas.
Así nos internamos en esta clase de webs
Es cuando el usuario empieza a interactuar con el sitio web cuando empiezan a surgir las señales de fraude: al intentar agregar un producto al carrito de compras, aparece una (falsa) ventana emergente de inicio de sesión que lo obliga a ingresar credenciales existentes o registrar una nueva …