En 1997, cuando Apple estaba a solo 90 días de la bancarrota, Steve Jobs no solo regresó a la empresa que había fundado: trajo consigo una idea radical. Una matriz de cuatro cuadrantes dibujada a mano en una pizarra que, sin prometerlo, terminaría transformando a una compañía al borde del colapso en la máquina de innovación que es hoy.
Al recorrer los pasillos de Apple, Jobs encontró equipos dispersos trabajando en productos inconexos: ordenadores, impresoras, periféricos… algo sin coherencia, donde los mejores talentos de la compañía se desperdiciaban en lo que él mismo calificó como "productos de mierda".
Cuatro cuadrantes para gobernarlos a todos
En una reunión de estrategia que ha pasado a la historia del management moderno, Jobs se levantó, caminó hacia una pizarra y dibujó dos líneas que formaban una cruz. Cuatro espacios. Cuatro posibilidades. Etiquetó el eje vertical como Consumer y Professional, y el horizontal como Portable y Desktop. A partir de ahí, Apple solo crearía un producto por cada cuadrante. Cuatro productos en total. Ni uno más.
Durante semanas, Jobs recorrió la empresa haciendo preguntas aparentemente simples pero letales: "¿Cuál de estos productos recomendarías a un amigo?". Si no obtenía una respuesta clara, cerraba el proyecto. Según la biografía de Walter Isaacson, Jobs eliminó el 70% del catálogo de Apple en cuestión de semanas.
"La complejidad distorsiona el flujo de información y desacelera la toma de decisiones claras", decía Jobs. Mientras otras empresas se perdían en catálogos infinitos, …