A principios de 2018, Dan Reich y un amigo decidieron gastar 50.000 dólares en Bitcoin en un lote de tokens Theta, que en aquel momento era una nueva criptodivisa que valía solo 21 céntimos cada una. Al principio, tenían los tokens en una plataforma de intercambio con sede en China.
Pero unas semanas más tarde, el gobierno del país decidió perseguir a estas plataformas (algo que sucede a menudo allí) y para evitar perder el acceso a su dinero hicieron una transferencia de sus monedas a una cartera de hardware o monedero físico de criptomonedas. Reich y su amigo eligieron un monedero de hardware Trezor One, configuraron un PIN y se olvidaron de él.
Solo 16 intentos
A finales de ese año, el token se había hundido a menos de una cuarta parte de su valor, había vuelto a subir y luego se había vuelto a hundir. Reich decidió que quería cobrar, pero su amigo había perdido el papel donde había escrito el PIN y no podía recordar ese código. Intentaron adivinar lo que creían que era un PIN de cuatro dígitos (en realidad eran cinco), pero tras cada intento fallido, la cartera duplicaba el tiempo de espera antes de que pudieran volver a adivinarlo.
Todo esto sabiendo que a los 16 intentos los datos de la cartera se borraban automáticamente. Cuando llegaron a una docena de intentos decidieron dejarlo. Pero el precio de esas monedas volvió a subir, y mucho. Desde un mínimo de unos 12.000 dólares, el valor …