Google tiene fama de ser el Gran Hermano que todo lo oye y todo lo ve, capaz de saber donde estamos en todo momento, incluso aunque tengamos desactivado el historial de ubicaciones. Pero el panorama empeora si además proporciona esa información a las fuerzas del orden y éstas deciden prescindir del viejo trabajo policial porque Google ya les ha dado a 'su sospechoso'. Eso fue lo que le pasó a Zachary McCoy, un ciclista de Gainesville, Florida (EE.UU.) que acaba de ser expulsado de un robo perpetrado hace ahora un año.
Los policías que investigaban el delito solicitaron al juez una orden de 'geofencing' (geovallado) para obtener los datos de los dispositivos cercanos al lugar y momento de los hechos. El geofencing es una tecnología que establece perímetros virtuales vinculados a áreas geográficas reales, permitiendo realizar un seguimiento sobre qué dispositivos entran o salen de dicha área.
No es una técnica exclusiva de la investigación policial, sino que también ofrece aplicaciones vinculadas al marketing (Google ofrece incluso una API para facilitarlo).
El uso de los datos de geolocalización: "como tirar una red a ciegas a ver qué pesca"
A raíz de eso descubrieron que un usuario había pasado tres veces con su bici por delante de la casa asaltada a lo largo de una hora: la configuración por defecto de RunKeeper (una app de seguimiento de la actividad deportiva) y de su cuenta Google (vinculada a su smartphone Android) le habían expuesto, y los agentes consideraban que los …