Luego de que el Conacyt citara la investigación del antropólogo Pages sobre la alarmante cantidad con que se bebe Coca-Cola en los altos de Chiapas, Florence L. Theodore, investigadora del Instituto Nacional de Salud Pública ha llamado al atención al asegurar no solo que la ingesta de refrescos se relaciona con diabetes y enfermedades óseas, sino también que en México una familia destina el 10% de sus ingresos a la compra de refrescos.
Theodore, que también tiene experiencia en el campo de las repercusiones de salud de refrescos en comunidades mayas, citó a un estudio de Yale para asegurar que en México se consume un promedio de 163 litros de refresco al año.
La cifra incluso la retoma la Organización Panamericana de Salud, que vincula el consumo de refresco con México siendo el primer lugar en obesidad en adultos entre países de la OCDE.
Todo pasó muy rápido: Theodore asegura que el consumo de bebidas azucaradas en México se triplicó entre 1999 y 2006. Las razones son de lo más diversas, y pasan por motivos políticos y hasta religiosos según se ha visto en comunidades de Chiapas.
Pero en el resto del país, Theodore explica que los refrescos tienen buena imagen, e incluso se les vincula con experiencias positivas.
El anclaje del refresco en la dieta del mexicano es desde la cuna hasta la tumba, pues persiste la dificultad y hasta el rechazo a renunciar a estas bebidas, incluso entre personas con …