En realidad no tenía intención de renovar mi fiel iPhone 6 Plus, que tan buen resultado me había dado todo este tiempo. Por otro lado, las novedades que presentaba esta nueva versión, sobre el papel, no justificaban el cambio ¿Doble cámara? Sí, pintaba bien, pero yo estaba feliz con la del 6 Plus ¿botón táptico? Bueno, aquello era más novedoso pero... ¿realmente merecía la pena pasar por caja y desembolsar casi mil euros?
Me quedaba, eso sí, probar 3D Touch (recuerda que me había 'saltado' el 6s) y sentía cierta curiosidad por saber si la resistencia al agua del dispositivo tendría impacto real en el día a día del producto. Pero por circunstancias de la vida terminé por vender mi 6 Plus y hacerme con el 7 Plus, y todo en un abrir y cerrar de ojos.
Es lo mismo... pero no es igual
Y por fin llegó el día. El mensajero se presentó en casa con el flamante dispositivo (imposible no seguir sintiendo el mismo cosquilleo en ese momento). Sin embargo fue abrir y la caja y... un momento ¿no son idénticos? Fue en ese momento cuando comprendí las críticas previas al lanzamiento del iPhone 7 y el por qué de las mismas. Pero el disgusto me duró muy poco.
Fue comenzar a configurarlo (y por cierto, rompo una lanza en favor de lo bien que funciona iCloud para restaurar la copia de seguridad) y comprender que aquello era otra cosa. Me vino enseguida el famoso gag del …