Tal vez los ojos no sean lo único importante en el proceso de búsqueda de objetos. Sin embargo, limitan bastante nuestras posibilidades.
Seguramente, de pequeño alguna vez jugaste a buscar a Wally. Obviamente no es tan divertido cuando Wally es tus llaves y tienes tres minutos para ello porque ya llegas tarde al trabajo.
Uno de los grandes interrogantes de la investigación con respecto a la visión de los últimos 40 años se trata de descubrir cómo buscamos efectivamente alrededor de nuestro entorno visual.
La teoría explica parte del problema de las llaves: nuestros ojos miran haciendo movimientos sacádicos. Es decir, los humanos no miran una escena de forma estática, por lo general. En vez de esto, se mueven. La razón fundamental es que sólo la parte central de la retina, la fóvea, tiene una alta concentración de células fotorreceptoras sensibles al color, los conos. El resto de la retina está tapizado básicamente por bastones, células fotosensibles monocromáticas, buenas en la detección del movimiento pero que ven difuso. Por esto, la fóvea es la parte de la retina encargada de la visión en alta resolución y la que enfoca.
Si te fijas, mirando fijo al frente, lo que hay en toda el área periférica de la visión, lo ves pero poco definido. Podrías ver las llaves si están en una mesa libre pero suponen un borrón sobre una pila de cosas. Sin embargo, si pasara una mariposa por la pila de cosas probablemente lo notarías, aunque necesitarás girarte y enfocarla para poder decir qué …