Un año han tenido que esperar los fanáticos de Dragon Quest para la que la undécima entrega de la saga de rol, apellidada «Ecos de un pasado perdido», llegase a sus manos. Finalmente, el pasado mes de septiembre Square Enix lanzaba en Europa uno de sus mayores éxitos (que rivalizó durante años con «Final Fantasy» antes de la fusión entre Square y Enix) bajo altas expectativas que parecen más que cumplidas para los amantes de los videojuegos tipo JRPG. Una historia épica, batallas por turnos, monstruos adorables y la necesidad de salvar todo el mundo son los ingredientes que conforman uno de los platos fuertes del 2018.
«Dragon Quest XI: Ecos de un pasado perdido» cuenta la historia de un héroe (al que nosotros mismos pondremos el nombre) criado en el pueblo de Peñalabria, pero cuyos orígenes ocultos se acercan a la realeza. No solo eso, sino que se trata de la reencarnación del Luminario, el elegido de Yggdrasil que antaño salvó el mundo de Erdrea de la temida oscuridad. Sin embargo, muchos ven la llegada de este personaje como la certeza de la aparición de su antagonista, el Engendro Oscuro, y la llegada del mal, por lo que muchos países le verán como un proscrito y un peligro amenazante que debe ser destruido. En el lado contrario, durante el viaje irá recabando compañeros (hasta conseguir un total de seis) que le ayudarán en su periplo por conocer su pasado y afrontar su futuro.
El videojuego encarna a …