La enorme cantidad de factores que confluyen para desarrollar una tecnología tan clave como la quinta generación de redes móviles (5G) puede resultar abrumante. Sin una hoja de ruta clara o metas específicas definidas desde lo más alto de la administración de un país, la tarea se hace inviable.
Así, regulaciones políticas, trabas burocráticas, definiciones técnicas de espectro, modelos de negocio, ecosistema de dispositivos y un mercado maduro de usuarios y con solvencia económica son parte de los desafíos que enfrentan los países de América Latina para impulsar las redes 5G.
En el reportaje especial publicado esta semana: “5G en América Latina: rumbo cierto a paso lento”, analizamos estas tendencias y los avances que se registran en los países de la región para concretar la llegada de un servicio que a nivel global ya se encuentra disponible desde 2019.
Le resultará interesante conocer cuánto puede afectar la pandemia del coronavirus estos planes. Aunque a primeras luces, sumado a todos los aspectos mencionados inicialmente, pudiera sonar como algo imposible de abordar por ahora, lo cierto es que existen señales positivas en torno a una carrera, a la cual llegamos ineludiblemente tarde.
La esperanza reside en hacer de este rezago una ventaja. Es decir, aprovechar de ver, analizar y sacar lecciones de las implementaciones que se han realizado en Asia, Estados Unidos y Europa para asimilar estas tendencias con las realidades locales.
Esto, sumado a las necesidades concretas que está generando la situación mundial hoy en día, podría provocar una llegada tardía, pero madura de la red …