En los últimos días se ha producido un agitado debate en torno a las esferas del Apple Watch. Uno en el que se defiende a toda costa la aparición de una tienda de esferas específica para este dispositivo. Sobre el papel, no hay demasiadas razones para oponerse a su existencia. Sin embargo, una lectura pausada del contexto puede llevarnos a razonar en su contra.
Estamos ante un dilema tecnológico. Uno que se debate entre el pasado y el futuro de nuestra muñeca.
Un pasado con una utilidad que se derrumba
Seamos claros. El reloj de muñeca tradicional pasa por un momento de crisis importante. Lleva años viendo cómo cada vez más muñecas despertaban sin un reloj encima y se acostaban sin rastro de él. Parte de la culpa la tuvieron los teléfonos móviles tontos primero, pero el verdadero verdugo ha sido el smartphone moderno encabezado por el iPhone.
Desde hace años, quien quiere consultar la hora no recurre a su muñeca. Saca el móvil del bolsillo o bolso. Los que menos, miran en su tablet u ordenador. Mostrar la hora se ha convertido en un commodity ofrecido por multitud de productos cuyo principal uso es otra cosa distinta que enseñarnos la hora que es. Microondas, paradas de autobús, termómetros callejeros, la radio del coche.
En Applesfera
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