"Eh, Twitter. ¿Algún consejo sobre qué hacer cuando alguien malévolo te suscribe a miles de suscripciones, haciendo que tu correo electrónico sea inservible?", tuiteaba un 22 de agosto Julia Angwin, periodista de investigación de ProPublica. "Para ser honesta, es una especie de ataque inteligente", afirmó ciertamente resignada en un segundo tuit.
Poco antes había comenzado una historia más de acoso en la red. Un relato de persecución, contado por la protagonista en un extenso reportaje, cuyo primer capítulo transcurría en las bandejas de entradas de esta profesional y otros dos reporteros del mismo medio con cientos de mensajes acumulándose. Pidiendo confirmar suscripciones a listas de correo nunca pedidas.
El 'email bombing' como forma de acoso
La misma Julia Angwin junto a Jeff Larson, Madeleine Varner y Lauren Kirchner, publicaron el sábado 19 de agosto un extenso artículo de investigación en el que se descubría de qué manera servicios como PayPal, Stripe o Newsmax ayudan a monetizar el odio de webs extremistas. A pesar de las políticas de las mayorías de empresas tecnológicas contra los discursos de odio.
Kirchner fue la primera acosada. Durante ese mismo fin de semana había recibido toda clase de insultos y amenazas a través del correo electrónico, su buzón de voz y Twitter. Además, había sido señalada en algunas de las webs protagonistas del artículo, a las que consultó para la redacción del reportaje. Sin embargo, el martes, la situación cambió. "Estoy bajo algún tipo de ataque por correo electrónico", le dijo en un mensaje de …