Canta, es vivaracho, es seductor y bebe mucho alcohol. El charro es uno de los personajes más curiosos de México. Su actitud carismática y su dote de habilidades lo convirtieron en un ícono nacional y cultural reconocido dentro y fuera del país, pero el ranchero original, el del México rural, de antes del siglo XX, era muy distinto.
¿Hasta qué punto, ese personaje de original vestimenta y atrayente personalidad, presentado por el cine mexicano, corresponde a tipos que realmente existieron en México?
En realidad, la figura del charro, se cuenta a través de las leyendas, la tradición oral y el imaginario colectivo del pintoresco representante del folclor mexicano que dista del ranchero de ganadería con vestimenta humilde y que es empleado de las haciendas.
La comedia ranchera, donde el charro aparece como elemento central, jugaba con la idea de ubicar un discurso nacionalista, como apunta Siboney Obscura Gutiérrez en su texto 'La comedia ranchera y la construcción del estereotipo del charro cantante en el cine mexicano de los treintas e inicio de los cuarentas':
"Lo que se intenta hacer es reacomodar los elementos de la historia de México, situando a la imagen del charro, como el símbolo de la permanencia de las tradiciones, la religión, la propiedad, la familia, la autoridad, la jerarquía social y la libertad individual."
A través de ese reacomodo de elementos también se da una formación de identidad y de valores que al final de cuentas apelan más al sentimiento que a la razón. Por …