Gobiernos que financian a grupos cuya «arma» son ordenadores y sus amplios conocimientos en informáticas. Ciberataques que provocan caos masivos. Robos de información secreta entre países. La guerra virtual no es un escenario futuro que se vaya a producir. Se lleva demasiado tiempo librando batallas en campos abiertos. A lo sumo, ha permitido que las organizaciones y administraciones públicas hayan decidido hacer un esfuerzo en la captación de talento para levantar los muros necesarios para combatir el cibercrimen, una lacra que cuesta a las empresas de todo el mundo alrededor de 600.000 millones de dólares.
Unas cifras escandalosas que representan, por un lado, el 0,8% del Producto Interior Bruto a escala global, y por otro, una cicatriz económica que se sitúa solo por detrás del narcotráfico y la corrupción. Y suma y sigue, porque los ciberataques y la lucha armada virtual no ha hecho más que comenzar. «Estamos viendo que el cibercrimen, lejos de parar o de disminuir, se ha convertido en una actividad en aumento, incansable e incesante. Tal vez porque llevar a cabo es relativamente fácil y la repercusión es fácil», sostiene en declaraciones a este diario María Campos, directora regional de la firma de seguridad informática McAfee en España y Portugal.
«Estamos viendo que el cibercrimen, lejos de parar o de disminuir, se ha convertido en una actividad en aumento, incansable,e incesante»
Ahí está la clave de todo; que los ciberdelincuentes pueden campar a sus anchas y, pese a estar infringiendo leyes, se mueven como si nunca …