Las noticias de ciberseguridad han ocupado buena parte de los titulares de la prensa. Y no es de extrañar, pues no se trata de una moda que hayan querido impulsar los medios o ciertos sectores. Los ciberdelitos o problemas de seguridad se han expandido a niveles nunca vistos antes, involucrando a usuarios, empresas, organizaciones y hasta países.
De hecho, según el Informe Sobre Amenazas a la Seguridad en el Internet (ISTR) de Symantec en su edición 22, 2016 fue un año marcado por ataques extraordinarios, que incluyen asaltos virtuales a bancos de varios millones de dólares y aumento de volumen de víctimas de Ransomware.
“El mundo ha visto a naciones específicas doblar sus esfuerzos para manipulación política y sabotaje dirigido. Al mismo tiempo, los cibercriminales han causado niveles sin precedentes de interferencia, enfocándose en herramientas de TI y servicios en la nube relativamente sencillos"”, dijo Kevin Haley, director de Symantec Security Response. En ese contexto, destacó la sofisticación e innovación de las amenazas.
Latinoamérica no estuvo ajena a tal impacto. A modo de ejemplo, Chile tuvo un aumento del 53% en el volumen de incidentes de malware desde 2015 al 2016.
Algunas de las tendencias globales detectadas por Symantec destacan la proliferación de los ataques de subversión y sabotaje, las naciones apuntadas como blanco de grandes ataques, la transformación del software común en armas (el correo electrónico como elemento principal), y las vulnerabilidades en la nube como la nueva frontera del cibercrimen.
Pero, para tener un panorama más claro de la posición de América Latina …