Uber está a la deriva. Su junta directiva se rompe, y ahora su consejero delegado y fundador se toma un descanso indefinido para intentar reponerse de todo lo sucedido en los últimos meses y mejorar como empresario para realizar la necesaria transformación que la compañía necesita, envuelta en una cultura empresarial tóxica y prácticas de negocio demasiado belicosas.
En un email dirigido a 12.000 empleados, Travis Kalanick aceptó la responsabilidad de lo que ocurre en la compañía y dijo que necesitaba reponerse de la muerte de su madre y convertirse en “Travis 2.0” para construir el “Uber 2.0”.
Pero Kalanick no es el único directivo de alto rango absorbido por el huracán que azota a la compañía emergente más valorada del mundo. Este lunes, Emil Michael, vicepresidente de negocios y mano derecha del fundador, abandonó la compañía. David Bonderman, inversor y miembro de la junta directiva, también se fue tras realizar un chiste inapropiado sobre mujeres en una junta.
Todo comenzó a raíz del artículo de Susan Fowler, una exingeniera de Uber, que detalló el acoso que sufrió y la sorprendente tolerancia que había en la compañía a estas prácticas. Si no hubiese tenido el coraje de hacerlo público, tal vez este huracán hubiera empezado por otro escándalo.
La compañía legal Covington & Burling, que investiga la cultura de la empresa y la tolerancia con el acoso y comportamientos tóxicos dentro de ella, concluyó un informe de 13 páginas en el que se recomienda cosas como …