¿Alguna vez te has preguntado qué creían los antiguos moradores de México que sucedía al morir? Así como los aztecas y los mayas tenían sus sitios sagrados, entre ellos el inframundo: Mictlán para los aztecas, Xibalbá para los mayas, que era el lugar último a donde llegaban los hombres cuando morían, otras culturas del México prehispánico también tenían previsto a dónde se iba después de la vida terrenal.
Tal es el caso de los zapotecos, mixtecos, teotihuacanos, rarámuris y wixárikas, que si bien en sus concepciones del inframundo, o de lo que sucedía después de la vida terrena, tenían algunas similitudes con las cosmovisiones maya y azteca, también tenían ciertas peculiaridades.
Zapotecas
Entre los zapotecas, los dioses del inframundo respondían al nombre de Pitao Bezelao es curioso como en los apuntes de Fray Iván de Córdova se menciona la palabra dioses y no Dios, apuntando a que tal vez se refería a un dios principal y sus ayudantes.
El inframundo de los zapotecas era regido por Pitao Bezelao, a quien rendían culto especialmente en Mitla. En 1580, el Corregidor de Tlacolula, Alonso Canseco escribió al respecto:
Adoraban al demonio y, entre ellos, tenían un ídolo casado, y la mujer se decía Xonaxi Quecuya y, el marido, Coquí Bezelao, que quiere decir “señor diablo”. A estos sacrificaban, no solam[en]te ellos, sino todos los valles y pu[ebl]os, y hacían delante de él sus danzas y bailes con instrum[en]to[s] de músicas. Sacrificaban y mataban niños y hombres, perrillos, gallinas (posiblemente guajolotes) …