El último Delta II de United Launch Alliance cumplió a la perfección su misión de poner en órbita el satélite ICESat-2 de la NASA, que apenas 75 minutos después del lanzamiento establecía contacto con la estación de seguimiento en Svalbard para indicar que todo funciona correctamente a bordo.
En su órbita de 460 kilómetros de altitud y 7 kilómetros por segundo de velocidad ICESat-2 da una vuelta a la Tierra cada 90 minutos. Su órbita está diseñada de tal forma que revisita cada punto de la superficie de nuestro planeta cuatro veces al año para medir con una precisión de 4 milímetros el grosor de las capa de hielo que cubren los polos y Groenlandia, la altura de los océanos y otras grandes superficies de agua. También es capaz de medir los movimientos de tierra tras terremotos o avalanchas y la altura de las grandes masas de vegetación para ayudar en el estudio de sus posibles cambios.
Esto lo hace disparando un láser 10.000 veces por segundo y midiendo el tiempo que tardan en llegar de vuelta los fotones que salen rebotados hacia él. Es un láser de 532 nanómetros –verde– y mediante el uso de unos filtros que sólo dejan pasar luz de esa longitud de onda se evita que capte señales espureas.
El láser es separado en seis haces que se agrupan en tres pares separados entre sí 3,3 kilómetros antes de salir del ICESat-2. Así cubre más superficie en cada pasada.
Pero eso no será hasta dentro …