El videojuego es la primera opción de ocio de los españoles. Un sector fulgurante cuyo crecimiento queda sostenido en el tiempo. Siempre va a a más y, por si fuera poco, se abren nuevos caminos dentro del propio sector como el de los deportes electrónicos que mueven muchos fajos de billetes alrededor. El conjunto global marca récords. El pasado año movió unos 1.359 millones de euros solo en España, unos 93 mil millones de euros a nivel global.
Estados Unidos, Japón, Francia o Reino Unido son sus principales potencias. Polonia se ha unido a la competición en los últimos ciclos, pero la industria de la producción y desarrollo todavía no se ha consolidado en España. Aunque en otras épocas se marcaron propuestas de trascendencia como los célebres «Commandos» o «La Abadía del Crimen», quedan retos pendientes como la monetización.
Es necesario, reconocen los expertos, abandonar definitivamente los miedos y pensar en clave empresarial. Una vocación escasamente arraigada en el término «indie», ya que está estrechamente relacionado con libertad creativa. Vivir de esto es complicado. Y se da un caso paradigmático: hay buenas ideas, talento a rebosar, pero no la estructura necesaria para hacerlas prosperar. Porque España, pese a contar con casi 16 millones de videojugadores, sigue siendo más un país consumidor que dedicados al desarrollo. El fútbol y los tiros de las grandes franquicias internacionales se llevan la palma en las ventas. ¿Algo está cambiando?
Pese a la percepción social, la industria de la producción no ha levantado siquiera …