Yellowstone, un supervolcán ubicado al noroeste de Wyoming, en Estados Unidos, ha protagonizado tres supererupciones en los últimos dos millones de años. A pesar de que la amenaza de un nuevo evento de alcance global es aún muy remota, su caldera se hunde entre dos y tres centímetros al año desde el 2017.
Esto llevó a un grupo de investigadores a estudiar el supervolcán. Liderados por el ingeniero de la NASA Brian Wilcox, en 2017 publicaron un estudio titulado "Defendiendo a la civilización humana de las erupciones supervolcánicas", el cual proponía perforar una serie de pozos alrededor de Yellowstone y bombear agua fría hacia la roca caliente del subsuelo con el fin de reducir el riesgo de una nueva superexplosión.
De volcán a planta de energía
El propósito de los pozos no solo es evitar una nueva erupción al enfriar la cámara de magma de Yellowstone. De acuerdo con los investigadores, se busca convertir el volcán en una de las plantas de energía más grandes del mundo al aprovechar un máximo de 22 GW de energía geotérmica por cada 0.3 kilómetros cuadrados.
El problema con este plan es que llevarlo a cabo sería algo ilegal, ya que los parques nacionales de Estados Unidos están protegidos de explotaciones comerciales. Además, la Ley de Vapor Geotérmico de 1970 prohíbe específicamente la instalación de plantas geotérmicas en Yellowstone. Eso sin contar que el volcán es considerado un sitio sagrado para los nativos de la zona.
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