La Starship, sin duda, es reconocida no solo por ser la primera nave completamente reutilizable, sino también por ser el primer cohete de acero inoxidable en alcanzar el espacio desde el programa Atlas, en los años 50.
Aunque ahora este material parece bastante común para este vehículo, no siempre estuvo en los planes de Elon Musk y SpaceX. Sin embargo, se convirtió en una gran apuesta que terminó saliendo increíblemente bien.
Recordemos: la Starship 29 sobrevivió una reentrada atmosférica en su cuarto vuelo de prueba, a pesar de ingresar de vuelta a la Tierra a una velocidad de 20,000 kilómetros por hora. Esto le valió perder múltiples losetas térmicas y una gran parte de uno de sus alerones de control, cuando el plasma comenzó a entrar por los espacios en las juntas del cohete.
A pesar de esto, la gigantesca nave espacial logró reencender sus motores, colocarse en posición vertical y simular un aterrizaje controlado en el océano Índico. Todo esto, a pesar de tener prácticamente la mitad de su alerón destruido, sobreviviendo al infierno del reingreso, incluso con la pérdida de su escudo térmico de cerámica, donde el acero resistió.
El cambio de material
En sus inicios, cuando el cohete se llamaba "Big Fucking Rocket" o BFR para los amigos, Elon Musk decidió abandonar el fuselaje de fibra de carbono que tenía el cohete, eligiendo un nuevo material de acero inoxidable, la aleación 301.
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