Nadie recuerda el nombre de Nils Bohlin en una conversación sobre héroes. Pero deberían. Este ingeniero sueco, contratado por Volvo en 1958, cambió para siempre la historia del automóvil y la seguridad vial. En 1959, presentó al mundo una idea simple pero revolucionaria: un cinturón de seguridad con tres puntos de anclaje. Su diseño en forma de V cruzaba pecho y cadera, distribuía las fuerzas del impacto, y se podía abrochar con una sola mano. Hoy, más de seis décadas después, su invento salva vidas cada segundo.
Bohlin no fue el primero en pensar en un cinturón para los autos. Antes de él, ya existía el cinturón de dos puntos, uno que cruzaba el regazo. Pero era incómodo, poco seguro y hasta peligroso si no se usaba bien. Además, casi nadie quería ponérselo. La diferencia de Bohlin fue enfocarse no solo en la física del accidente, sino en la comodidad del usuario. Sabía que ningún diseño servía si la gente no lo usaba. Lo logró con un sistema sencillo, intuitivo y eficaz.
Volvo fue la primera marca en adoptarlo de serie en todos sus modelos. Detrás de esa decisión había una razón poderosa. Su entonces presidente, Gunnar Engellau, había perdido a un familiar cercano en un choque. Quiso hacer algo concreto para evitar más tragedias. Contrató a Bohlin, invirtió en pruebas y, en un acto poco común en el mundo corporativo, liberó la patente para que cualquier fabricante pudiera usarla sin pagar. …