Ford construyó uno de los autos más radicales de su historia en 1984. Se llamaba RS200 y fue creado con un solo objetivo: dominar el Grupo B del Campeonato Mundial de Rally. Con apenas 1,000 kilos de peso y una potencia descomunal, estaba hecho para volar sobre la tierra. Pero su historia tomó un giro inesperado. Cuatro unidades fueron pintadas en un tono que no pertenecía al catálogo de Ford: el icónico Rosso Corsa, mejor conocido como Rojo Ferrari. Hoy, uno de esos ejemplares únicos será subastado y su valor ya compite con el de un Ferrari real.
El RS200 nació como respuesta a los monstruos del Grupo B, una categoría que permitió a las marcas crear autos extremos siempre y cuando fabricaran 200 versiones de calle. Ford cumplió con el requisito y luego fue más allá. Produjo 20 unidades RS200 S, una edición especial con mejoras mecánicas firmadas por el canadiense Murray DeWert. Estas versiones entregaban 300 caballos de fuerza, apenas 100 menos que los autos de competencia, y mantenían la tracción total, el motor turboalimentado Cosworth de 1.8 litros y una agilidad que los hacía únicos.
Pero lo que realmente separa a este RS200 S del resto no es su potencia ni su ingeniería, sino su color. Cuatro unidades fueron entregadas en Rosso Corsa, una petición personalizada que Ford aceptó como un gesto extraordinario hacia algunos de sus clientes más exclusivos. De esas cuatro, solo se tiene constancia de que …