Estuve escuchando In The Unlike Event, episodio 422 del siempre recomendable podcast 99% Invisible de Roman Mars. En él la periodista Mo LaBorde habla sobre una de sus pasiones: la historia de las tarjetas de seguridad de los aviones. Algo fascinante, con implicaciones en la usabilidad, el análisis social y en última instancia las vidas de innumerables personas que viajan cada día.
Coleccionar esas tarjetas o instrucciones (en la jerga, los panfletos o tarjetones) es algo especialmente raro porque implica una «ligera cleptomanía». De hecho yo mismo reconozco haber birlado hace décadas dos o tres especialmente «exóticas» de aerolíneas de países lejanos para regalárselas a un conocido que también las coleccionaba [no daré nombres]. ¡Todo por la ciencia!
LaBorde cuenta que en los primeros años de la aviación estas tarjetas eran simplemente como postales, casi publicidad, para «animar a la gente a volar», porque nadie se fiaba mucho de los aviones. Tan sólo en los años 60 comenzaron a diseñarse con cierta intención de servir para explicar las espartanas medidas de seguridad, aunque se hizo de forma fallida: casi todo era texto, estaban en varios idiomas y eran enciclopédicas, con aspecto de manual y complicadas. Nadie las leía.
Por suerte a finales de los años 60 a las aerolíneas se les ocurrió invertir algo de dinero en mejorar la seguridad en tan competitivo y boyante sector. Surgió una empresa para estudiar la seguridad a partir de simulacros de evacuaciones. Nacieron entonces la regla de los 90 segundos, se eliminaron …