A las 10:28 UTC del 20 de marzo de 2017 –una hora más en España peninsular– se producía el equinoccio de marzo, que marca el principio de la primavera en el hemisferio norte y del otoño en el hemisferio sur.
El día del equinoccio, ya sea el de marzo o el de septiembre, el terminador terrestre –la línea que separa el día de la noche– es vertical y conecta el polo norte y el polo sur.
Esto hace que el día y la noche sean casi iguales, pero no del todo ni en todas partes, aún a pesar de que equinoccio significa precisamente «noche igual».
En Cádiz, por ejemplo, este 19 de marzo de 2017 sí hay 12 horas exactas de sol. Pero en Madrid y en A Coruña hay 11:59 horas, en Reikiavik 11:53, en Bogotá 12:06 y en Quito, que está unos kilómetros al sur del ecuador, 12:07.
Esto es así porque el día del equinoccio es aquel en el que el plano del ecuador terrestre pasa por el centro del Sol pero resulta que el Sol no es un punto sino una bola incandescente más bien grande, lo que complica un poco las cosas.
Así, si definimos el amanecer como el momento en el que el Sol aparece sobre el horizonte y el anochecer como el momento en el que desaparece resulta que en esos dos momentos el centro del Sol está por debajo del horizonte. Y si a eso le añadimos que la refracción atmosférica hace …