Con lo trilladísimo que está ya el mito vampírico del Conde Drácula, ¿hacía falta que Mark Gatiss y Steven Moffat lo revisitaran para Netflix y la BBC?
Sabido es que el escritor británico Bram Stoker se basó en Vlad III, el infame príncipe de Valaquia del siglo XV conocido con el encantador sobrenombre del Empalador, para concebir su personaje más imperecedero en más de un sentido: el Conde Drácula, el ser de ficción del que más adaptaciones al cine se han realizado hasta el día de hoy. Con este gran honor y las docenas de veces que le hemos visto en la pequeña pantalla y en la grande, uno se podría preguntar si de veras era necesario invitarnos a otra como en la miniserie flamante de Netflix y la BBC, obra de los prestigiosos Mark Gatiss y Steven Moffat y con su producción ya fechada en este 2020.
Este Drácula es un psicópata, un ser muy inteligente pero sin empatía alguna, presuntuoso, al que le encanta oírse hablar a sí mismoPara empezar, digamos sin ambages que el número de adaptaciones carece de importancia porque lo único verdaderamente relevante es la calidad, las virtudes cinematográficas y lo que consigue con ellas en el ánimo de los espectadores cada serie o película sobre el viejo vampiro transilvano. De tal modo, esta cuestión se puede enfocar desde tres perspectivas válidas: si creemos que otra adaptación previa nos había regalado una versión definitiva del Conde por su valor o su categoría icónica, si el de Gatiss …