Erigida durante la década de 1970 y comenzando a operar hasta 1980, en Niigata, se alza la planta nuclear más poderosa del mundo. Con un total de siete reactores nucleares, la central de Kashiwazaki-Kariwa es capaz de amasar hasta 8,200 MW.
Se trata de un verdadero monstruo energético, que funcionó como una de las fuentes de electricidad más importantes de Japón hasta el incidente que afectó las instalaciones del lugar en 2011. Después de lo sucedido en Fukushima, la Nuclear Regulation Authority (NRA) decidió retirar la licencia de operaciones hasta implementar nuevas medidas de seguridad.
El 11 de marzo de 2011, un terremoto seguido de un tsunami golpearon las costas de Japón. En aquella zona, se encontraban dos importantes centrales nucleares del país: Fukushima Daiichi y Kashiwazaki-Kariwa. Esto provocó una alerta nuclear dentro del territorio japonés debido a las afectaciones, principalmente las de Fukushima.
Contrario a lo que sucedió en Fukushima, accidente que se catalogó como el peor desastre nuclear desde lo ocurrido en Chernóbil, en Kashiwazaki-Kariwa solo se registraron daños en las instalaciones y sistemas de operación. Una doble alerta por posibles filtraciones de radiación habría sido crítico para Japón, por suerte esto no sucedió y solo Fukushima corrió ese riesgo, sumado a que los tres reactores activos de la planta sufrieron una fusión del núcleo.
Sin embargo, Kashiwazaki-Kariwa sí sufrió de daños en sus edificios, equipos y sistemas de seguridad, incluidos los sistemas de refrigeración y eléctricos. Después del incidente, …