En una era donde la inteligencia artificial (IA) promete optimizar hasta el más mínimo rincón del trabajo humano, el mundo del desarrollo de software se encuentra en una encrucijada.
Por un lado, las herramientas de programación mediante IA generativa como Copilot o Cursor facilitan la vida de los programadores, ya sea produciendo fragmentos de código, o generando aplicaciones completas sin tocar código, siguiendo la estela del cada vez más popular 'vibe coding'.
Por otro, cada vez hay más programadores que desean dejar claro que hay que ponerle límites a la IA y reivindicar el arte de programar.
Oficio frente a automatización
Christian Ekrem relata en su blog cómo, durante una conversación informal con otros programadores, tuvo que explicar que para él, la IA está para automatizar las partes aburridas... pero, que en su caso (y al contrario que para muchos compañeros de profesión), no considera que escribir código sea una de esas partes.
Es más: programar es la parte que más disfruta, la que considera su oficio, y en la que considera que debe ejercitarse constantemente. Una postura que contrasta con la de muchos líderes de la industria tecnológica, a los que parece faltarles ya tiempo para declarar muerta y enterrada a la necesidad de aprender a programar.
Ekrem deja claro que no se trata de una postura de rechazo a la IA, sino de no usarla por reflejo o por hábito... porque ese automatismo puede llevarnos a delegar no solo tareas, sino también la creatividad y la capacidad de …