El clima de polarización política está alcanzando niveles bastante altos en los últimos tiempos. Solo hay que echar un vistazo a las redes sociales, a los debates televisivos o a los titulares de los principales periódicos para darse cuenta de que las posturas extremas cada vez se hacen más fuertes y son más difíciles de conciliar. Ese ambiente de crispación y enfrentamiento parece haberse convertido en el pan de cada día.Con este panorama, no es de extrañar que un director como Alex Garland haya decidido aprovecharlo para su última película. Él, que siempre ha tenido un ojo clínico para explorar los límites de la sociedad y la mente humana, nos regala ahora una historia situada en un presente muy cercano, casi un espejo de la realidad que vivimos convirtiéndose en una película de ciencia ficción que a la vez es muy cercana. La ambientación es impecable, mezclando paisajes urbanos deteriorados con zonas rurales que se han quedado fuera del radar oficial.Pero lo más llamativo es cómo opta por centrar la trama en civiles, concretamente en periodistas, evitando caer en la típica historia épica de “buenos contra malos”. Aquí no veremos ejércitos de uniforme luchando por la patria, sino a gente atrapada en una situación de extrema violencia, intentando sobrevivir como pueden.Un conflicto que estalla y lo arrasa todo a su pasoUn grupo de periodistas emprende un viaje absolutamente suicida en plena guerra civil en los Estados Unidos. Su misión es, ni más ni menos que hacer una fotografía y una …