Vivimos, en la actualidad, bajo el influjo de dos términos que lo capitalizan todo, «inteligencia» y «artificial». Separados casi no dicen nada pero forma parte de una tecnología tan disruptora (y temida a la vez) a la que han abrazado definitivamente las compañías tecnológicas. E irá a más.
Al igual que hiciera curiosamente Satya Nadella en la conferencia de Microsoft, Sundar Pichai, director general de Google, ha dado comienzo la presentación de la misma forma en la inauguración del Google I/O, el congreso para desarrolladores de la compañía de internet. Y para ello, ha descrito las bondades de la inteligencia artificial (IA) y los casos donde es capaz de mejorar la calidad de vida de los más desfavorecidos. Mostrando de esa manera la cara más amable de la inteligencia artificial. Sus palabras lo dejan claro; quiere universalizar esta tecnología. «La inteligencia artificial va a tener un gran efecto en el mundo», insistió.
Arquitectura, fábricas, servicios financieros. Todo estará bajo la paleta de la IA. Perom también en otros muchos campos. Un claro ejemplo que destacaó es el efecto de la IA en los servicios médicos. Un simple escáner de retina puede anticipar en 5 años la probabilidad de tener un problema cardiovascular o la posibilidad de padecer diabetes, buscando patrones en el globo ocular. Utilizando hasta 1.000 datos por enfermo, el proceso de detección y tratamiento se simplifica, ayudando al médico a disponer de más tiempo para tratamientos.
Desde el email, las fotos...
Una de las funcionalidades más sorprendentes de …