Todavía recuerdo el día y el momento. Sentí que estaba ante algo completamente nuevo. ¿Un ordenador cilíndrico? Eso era el Mac Pro de 2013. Y qué ordenador: gráficas AMD FirePRO, conexiones Thunderbolt 2 a toda mecha y almacenamiento flash basado en PCIe. Los últimos procesadores Intel Xeon E5 (hasta 12 núcleos), hasta 7 TFLOPS de potencia, un montón de RAM con un ancho de banda de hasta 60GB/s, Wi-Fi ac, un montón de conexiones... me dejó la boca desencajada como si hubiera recibido el gancho de un boxeador profesional. Aquello tenía que ser el futuro, al menos lo parecía. Pero el Mac Pro que murió en silencio, como ha pasado con el iMac de 27 pulgadas.

Tampoco tardaron en aparecer los chistes. Visto desde arriba parecía una turbina de avión. Que si era un clon de C3P0 —la inspiración en la iconografía de Star Wars es evidente—, que si prometía tanta potencia como los servidores de la NASA pero al final se quedó en un sistema de sobremesa potente pero nada del otro mundo... Aunque si nos daba por configurar un sistema de 12 núcleos, 64GB de RAM y 1 TB de almacenamiento nos íbamos a los 6.999 euros, en un momento donde los equipos solían costar 1.000. El usuario que presume de esta joya, actualmente en funcionamiento y a pleno rendimiento, dice que le costó algo menos.

El cilindro que lo cambio todo

Pero lo más alucinante, al menos según el usuario de …