Pagar por suscripciones me cuesta. Por un lado, porque supone aumentar los gastos fijos: un poquito de aquí, otro poquito de allá y no es difícil plantarse en más de 50 euros mensuales en estos menesteres. Por otro, porque tengo la sensación de que a veces no se aprovecha, sirva como ejemplo ese mes de Netflix en el que no ves nada pero pagas religiosamente.
En el caso de las fotos, porque lo siento un camino de no retorno: los móviles cada vez hacen mejores fotos y el contenido audiovisual cada vez pesa más. ¿Consecuencia? Vas a ir sumando cada vez más gigas y por ende, sumando más euros a tu suscripción de almacenamiento en la nube.
Sea como sea, cuando Google Fotos dejó de ofrecer almacenamiento ilimitado, lo sentí como una puñalada (lógica, por otra parte: primero echan el anzuelo y picas, después toca pasar por caja): esa utilidad que me había venido tan bien para tener a mano mi contenido audiovisual en cualquier lado y olvidarme de la molesta de tener que pasar mis fotos y vídeos a la vieja usanza. Después, las alternativas de montarte tu propia nube o usar otros servicios de almacenamiento en servidores... o no. Porque yo quería seguir usando Google Fotos pero no estaba dispuesta a pagar: liberar espacio fue esencial, pero después hice uso de un atajo para disponer del almacenamiento de Google limitado, de forma ilimitada.
Cómo tener más gigas de Google Fotos gratis: tener más cuentas
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