Era la última semana de agosto del 2017 y el panorama de Microsoft en las consolas ya estaba cambiando más de lo que muchos imaginábamos; sí, información sobre el primer modelo del Xbox One siendo descontinuado estaba por todas partes. Los seguidores de la consola sin duda se encontrarían desconcertados ante este movimiento de la compañía de Seattle, pero el jefe de Xbox, Phil Spencer, pronto aclararía la situación: de ahora en adelante, el modelo estándar a comercializarse sería nada menos que el Xbox One S, la segunda edición de la misma. Por lo tanto, la propuesta del Xbox One X estaba sobre la mesa: ésta sería parte de la experiencia Premium que los usuarios estarían buscando, pero en el caso de los que no utilizan un teclado y mouse para poder jugar. Microsoft ha pulido muchos detalles sobre su consola desde su lanzamiento en otoño del 2013, tras venir de una época casi dorada con el Xbox 360 que, pese a los errores técnicos, ocupó el segundo lugar en la predilección de los consumidores durante la mayoría de la séptima generación de consolas. ¿Cómo es que Xbox ha llegado a este punto de reeditar ya dos veces el mismo sistema? Analicemos esta interesante situación.