Fabricar un televisor "Apple" siempre fue algo que se le atragantó a la marca. Pero también algo que Steve Jobs quiso sacar adelante casi como reto personal. Era su "pasatiempo". Pasó años buscando la manera de encajarlo en la fórmula Apple, enriqueciendo al resto de productos. En cambio, en vez de lanzar un televisor, Apple optó por un cauto Apple TV —iTV para los amigos—, un periférico sencillo para aglutinar apps. Un decodificador de acompañamiento. El 9 de enero de 2007 comenzó a venderse esta cajita que, en realidad, nunca convenció al propio Jobs por considerarlo un "pez más" dentro de una gran pecera.
"La televisión va a perder hasta que haya una estrategia mejor, hasta que haya una estrategia viable". Y acertó: el streaming golpeó a la tele tradicional, y también al cine. Los sismos de AT&T todavía se repiten y grandes corporaciones como Warner hacen encaje de bolillos para ajustar sus propuestas sin dispararse en el pie, con estrenos simultáneos cine-tele, exclusivos para tele por cable, filtraciones controladas o directamente un retorno al modelo tradicional.
Pero esta no era la solución que Jobs buscaba. Jobs quería traducir la experiencia del iPhone al televisor: buenos materiales, buena experiencia y buenos márgenes de beneficio. Y "la televisión es un negocio terrible. No evoluciona y los márgenes apestan".
El televisor de Apple, el último deseo de Steve Jobs
Sin bien Apple estuvo a punto de fabricar teles, probablemente ya nunca lo haga. Y …